11 mayo 2022

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Padres e hijos. Un misterio por resolver

Padres e hijos


La relación entre padres e hijos cambia y evoluciona desde el momento en el que como padres jóvenes, tenemos a un bichito de menos de 50cm en nuestras manos, y nos damos cuenta lo frágil que puede ser la vida. 

Un niño recién nacido hace saltar muchos mecanismos de los que desconocías su existencia. Desde el momento en que lo ves por primera vez, sientes la máxima expresión de la palabra AMOR, con mayúsculas. También sientes el peso de la responsabilidad, porque por algún motivo que desconozco, ninguno de los recién nacidos que he visto en mi vida (propios o de amigos) vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo. Y eso pesa, porque no tienes ni idea de qué hacer para que todo siga su curso y el bebé crezca sano.

Los retos a los que te enfrentas como padre son variopintos. Desde la alimentación hasta la higiene,  pasando por el sueño (caballo de batalla de casi todos). No sabes por qué llora, ni por qué no come. No entiendes cómo puede tener hambre a todas horas, ni por qué no es capaz de dormir del tirón, como todo hijo de vecino.

Luego viene la etapa en la que comienzan a reaccionar a tus payasadas, y te das cuenta que tu voz ya no es la misma. Has transformado tu voz varonil y rota en una especie de voz ridícula... pero no te das cuenta. Lo ves en los demás cada vez que se dirigen a tu hijo, pero no eres capaz de identificar el ridículo de tus expresiones y el tono de tu voz cada vez que lo haces tú.

También es un reto cuando comienzan a andar. Las riñonadas caminando por la calle e inclinándote para darle la mano y que no se caiga cada 5 pasos, o los sprints para evitar que se estampe contra la pared, la mesa baja del salón, las sillas que aparecen de la nada para ponerse en su camino... la verdad es que supone un reto a la concentración intentar que no se de cabezazos contra las cosas (cosa que, por otro lado, es prácticamente imposible)

No voy a continuar explicando lo que los padres hacemos por nuestros hijos, pero si os diré que llega un momento de su infancia en los que somos auténticos superhéroes para ellos. Con antifaz y con capa. Somos fuertes, guapos, divertidos, cariñosos, amables... somos protectores y somos lo más parecido a un espejo en el que nuestros hijos se quieren mirar.

Pero de pronto, y casi sin darnos cuenta, nuestros hijos crecen. Se convierten en adolescentes y comienzan una pelea contra ellos mismos y contra todos los que les rodean, de la que difícilmente sale nadie victorioso. Son épocas convulsas. Muchas hormonas. Mucho "no tienes ni idea". Mucho " no te enteras de nada". Mucho "tú qué sabrás" y otro tipo de lindeces que tenemos que tratar de sortear estoicamente. Porque no podemos sacar el camión de bomberos con cada llama de mechero que se enciende. Es conveniente sacarlo cuando haya un incendio de verdad... por aquello de la parábola de "Que viene el lobo".

Pues todo esto que os he contado anteriormente, lo describe magníficamente en un anuncio la gente de McDonald's.

Y si no te lo crees, te lo dejo a continuación, y ya me cuentas en los comentarios.


1 comentario:

Fernando dijo...

Qué bueno, real como la vida misma. Yo estoy ahora en la fase de caída de la capa y el antifaz... casi lloro.