01 mayo 2023

El Blog del Marketing

La decadencia de Uber, Cabify y Bolt... y algunas anécdotas

Uber, cabify, bolt


Por motivos que no vienen al caso, llevo una temporadita haciendo uso intensivo del "transporte público" para moverme por Madrid. Y ahora que me quedan dos semanas para volver a tener coche, no quería dejar pasar la oportunidad de contaros algunas de mis experiencias más increíbles haciendo uso de Cabify, Uber o Bolt principalmente. Como veréis, poco de transporte publico, pero ha sido mi medio de transporte prioritario en los últimos meses.

Antes de nada, quiero aclarar que fui de los primeros que usó Cabify. Casi desde sus inicios en Madrid, lo utilizaba para mis trayectos al aeropuerto y poco a poco fui sustituyendo el taxi por esta opción. Me parecía más profesional, tenían un precio cerrado que te daba la seguridad de que no habrían sorpresas ni imprevistos derivados del tráfico o de otros factores, y además te daban agua, personalizaban tu experiencia con tu emisora de radio favorita e incluso tu rango de temperatura dentro del vehículo. Por si fuera poco los conductores iban impecables, y el coche estaba siempre muy limpio por dentro y por fuera.

A pesar de las reticencias de los taxis y los problemas que hubieron en algunas ciudades por la imparable llegada de los VTC, es un servicio que se ha terminado imponiendo. Al menos en Madrid. No podemos decir lo mismo de otras ciudades españolas que se las dan de internacionales y cosmopolitas... pero eso mereceria un post diferente.

Lo que quería destacar es que, varios años después, el panorama de los VTC ha cambiado sustancialmente. Para empezar, a Cabify le ha salido competencia, que no le ha sentado muy bien.. La llegada de Uber y después de Bolt han dejado la flota de Cabify en clara minoría. Ni siquiera han buscado la diferenciación de sus competidores basándose en esos estándares de calidad y cercanía. Se han visto engullidos por todos esos "conductores" (usando ese término porque son personas que conducen) que se han lanzado a por un trabajo fácil en cualquiera de las empresas que operan con los VTC ya mencionados. Y lo que ha ocurrido es que las calles se han llenado de "cucarachas" (como cariñosamente les llaman los taxistas), con lo que efectivamente es una ventaja para gente como yo, que intenta escapar de los taxis por motivos que no vienen al caso... pero que por otro lado, nos colocan ante experiencias como las que quería contaros en este post:

Olvídate de coches impolutos y conductores con traje y corbata oliendo a colonia. La masificación de los VTC ha abierto la puerta a todo tipo de conductores. Y cuando digo conductores, insisto a que son gente que están conducienco un coche. No tanto que sepan conducir (o no que lo hagan bien necesariamente). Me he encontrado de todo. Tipos que conducen a metros de los pedales, otros que parecen ser parte del salpicadero. También conductores a los que les gusta subir las ruedas a las aceras, otros que desconocen para que se usan los retrovisores y a los que deben gustarle que les piten los demás, y la verdad es que todo tipo de especímenes. También (faltaría más) buenos conductores. Supongo que es un tema méramente estadístico.


Pero con vuestro permiso, voy a dejar caer algunas de mis experiencias en estos meses, y os daréis cuenta lo bien que me lo he pasado. Espero que vosotros lo disfrutéis también:

El colombiano preocupado por su sobrina:

Sucedió una mañana cualquiera en la que me dirigía al trabajo. Pongamos que era martes a las 8 de la mañana. Yo iba en la parte de atrás, mirando por la ventana cuando de pronto escucho que están llamando al conductor. Nuestro amigo Osvaldo (permitidme la licencia de llamarle así), ni corto ni perezoso coge el teléfono con la mano y -como si me interesara algo la conversación- pone el altavoz. Entonces, durante cinco minutos, escucho una conversación con su hermano sobre alguien que ha debido llegar a casa a altas horas de la madrugada, pero que no ha avisado de que ya lo había hecho, con la consiguiente preocupación de quién estaba al otro lado de la línea (y del Atlántico).

Durante esos cinco minutos, Osvaldo mostró una habilidad discutible para hacer dos cosas a la vez (a saber conducir por calles que seguramente no conocía y hablar por teléfono con su hermano). Pero lo peor seguramente no fue eso. Lo peor es que tras colgar con su hermano, me contó la historia familiar, la preocupación por su sobrina colombiana (que se quedaba en su casa) y que estaba en la universidad. Mientras me lo contaba, volvieron a llamarle... y por supuesto Osvaldo volvió a contestar la llamada con sus manitas, y volvió a poner el teléfono en altavoz. Total, me chupé los 18 minutos de trayecto entre mi casa y el trabajo escuchándoles hablar de las preocupaciones por la actitud de la chica (hija de uno y sobrina del otro), mostrando una más que discutible profesionalidad y siendo merecedores de las sanciones correspondientes en el caso de que algún policía local le hubiera pillado con el teléfono en la mano.


El que no sabía cómo seguir las indicaciones del navegador:

Esto fue una noche que salíamos a cenar. Estaba con Lorena en casa y quedamos en recoger a Julián y Ana en su casa ya que nos pillaba de camino para ir al centro. Total, pido el VTC (no recuerdo qué servicio utilicé) y me dice que tarda 6 minutos en llegar. Terminamos de prepararnos, le damos un beso a los niños y al rato miro la aplicación y... veo que el mismo coche está alejándose por la M30, y que lo que antes eran 6 minutos, ahora son 11. Como habíamos quedado en el restaurante y además ya había avisado a nuestros amigos, llamé al conductor para advertirle que estaba conduciendo en dirección contraria, a lo que me respondió que el navegador le estaba indicando así. Le indiqué brevemente cómo reorientar su marcha y esperamos a que llegara. 

Después de algún comentario jocoso sobre lo cabrones que son a veces los navegadores, introdujimos como destino intermedio la dirección de Julián y Ana y empezamos a hablar. Después de alguna caricia a algún bordillo y una conducción errática llena de acelerones y frenazos, llegamos a su casa. Montaron y nos dirigimos al centro. Lo primero que hizo el colega fue meterse en una calle sin salida. Cuando se estaba metiendo le advertí que frenase y que diera la vuelta, ya que esa calle no tenía salida. Echó marcha atrás y reanudó la marcha... pero no pasaron ni cinco minutos cuando enfiló el coche para meterse en prohibida. Entonces volví a avisarle que es feo meterse en dirección prohibida, y confesó que no entendía qué estaba haciendo el navegador. Le pregunté si me dejaba tocar, ya que me había dado cuenta de que tenía el navegador orientado siempre al norte, con lo que se estaba liando constantemente. 

El muchacho me dio las gracias y a partir de entonces no volvimos a perdernos, pero llegamos 15 minutos tarde a la cena. Yo, que nunca llego tarde a ningún sitio.


La venezonala que tenía mucho frío.

Esto me ocurrió hace tres o cuatro días. De hecho, tengo otra que me ocurrió esta semana, en la que parece que mis amigos saben que vuelvo a conducir y están queriendo darme una despedida inolvidable. Creo que el martes o el miércoles, pedí un Bolt que apareció en la puerta de casa a las 8 de la mañana. Los que vivís en Madrid sabréis que esta semana de Abril ha hecho bastante calor. Yo vestía con un pantalón, una camisa y una americana azul, y para los 18/20 grados de temperatura, se estaba genial. Total, llega el Bolt y lo primero que me llama la atención es que puedo percibir perfectamente los graves de los altavoces porque llevaba la música bastante alta.

"Bueno, me toca un musiquero", pensé. Pero no. Era una chica que se había echado litro y medio de colonia por encima, y que tenía puesta la calefacción a 29º. Sí. 29º. No es una expresión, porque pude ver perfectamente que tenia el climatizador a dicha temperatura. Atosigado por el calor que hacía en el habitáculo le pregunté si no se habría confundido entre el aire acondicionado y la calefacción, pero me dijo que no. Que ella era muy friolera, y que le pasó con su ex-pareja y con todos los hombres con los que compartía colchón. (Empieza bien la cosa, pensé).

Comentamos de pasada que yo siempre tenía calor y le pregunté si le importaba bajar la temperatura y además me permitía bajar la ventana, porque me estaba asando como un pollo. Ella adaptó la climatización de la parte de atrás, pero seguía haciendo un calor tremendo. Fue enconces cuando me percaté de las pintas de la muchacha. Llevaba un vestido super corto de tirantes, y pareceía que viniera de una fiesta, con purpurina o brillos o algo así. Por cierto, iba pintada como una puerta y dejadme que vuelva a repetir el intenso olor a pachuli que, sumado a los 29º de temperatura y a su conducción a base de acelerones y frenazos, hicieron que me pusiera a rezar para llegar cuanto antes a la oficina y no vomitar de camino.


El terrorista miembro de un grupo yihadista.

Esto ocurrió en invierno .Quizás enero o febrero. Recuerdo que fue en un trayecto de la oficina a casa, a las 19h. Se acercó mi coche, me subí y saludé. Me contestó un tipo de unos 55 años, con acento moruno. No sabía de qué país, pero recuerdo que después de saludarme y confirmar que yo era el viajero al que había ido a recoger y que la dirección de destino estaba ok, se puso a conducir y a hablar con alguien en un idioma del norte de África. Después de hablar un buen rato, se excusó y me dijo que era un compañero de trabajo... y yo, que he visto películas de espías y podría perfectamente ser un agente infiltrado, sospeché de esa información innecesaria.

Entonces, abrí Google Translator para intentar averiguar el idioma que hablaban, usando la opción de "identificación automática". Pero no funcionó. Entonces escudriñé el coche con la mirada sin encontrar nada y al ver su nombre en la aplicación, hice un par de búsquedas y deducí que era originario de Afganistán o de Pakistán. Entonces elegí el Urdu como idioma y poniendo el micrófono, dejé al traductor que hiciera su trabajo mientras seguían hablando. Estas son dos de las traducciones de aquel trayecto apasionante.


traducción ardú


Lástima que no tenga más capturas guardadas, pero en alguna hablaba de una mujer... de no golpearla y cosas rarísimas. Doy por seguro que me está sentando mal tantas series de la CIA, de terrorismo islamista y cosas así, pero no me digáis que no es para llevarse un susto.


Mi amigo "El Fiestas"

Esta ha sido una de las últimas incorporaciones a la lista de elegidos. Fue el viernes por la noche. Venía para casa a las 21.30 y cuando me monté en el Bolt ya me llamó la atención lo iluminado que estaba el coche por dentro. Luces led me daban la bienvenida. Luces que cambiaban de azul a rosa y blanco de forma casi imperceptible. Caramba, me dije... esto promete.

Y efectivamente, la bienvenida de "El fiestas" no se hizo esperar:

"¿Qué pasa tronco? Ponte el cinturón y disfruta. Como si estuvieras en tu casa". 

Y a la vez que aprieta el acelerador, sube el volumen para taladrar mis tímpanos rockandrolleros con una música disco, o tecno o no sé qué mierda que no podía aguantar. Pero por si esto fuera poco, todo el coche iba salpicándose de circulitos de colores blanco, azul y rosa. Como una bola de discoteca. La música tecno a todo volumen y por si fuera poco el coche-discoteca circulando como si estuviéramos huyendo de la policía.

La situación era tan surrealista que tuve que hacer un par de vídeos para mandárselos a mis amigos. Disfrutadlos (o como se diga)




Dicho esto, que quede claro que, igual que hubo algún que otro caso extraño que no recuerdo, lo normal han sido conductores normales. Gente agradable, muchos buenos conductores y con experiencias agradables. Pero lo cierto es que el servicio ha empeorado muchísimo con respecto a los últimos años... pero aún así, seguiré cogiendo VTC cuando lo necesite.

Igual que hay gente a la que no le gustan las alcachofas, a mí no me gustan los taxis. Qué le vamos a hacer!