15 noviembre 2013

El Blog del Marketing

Cosas que debí saber con 18 años en el proceso entre el colegio y la univerdidad

A los 18 años aproveché la oportunidad que me brindaron mis padres y me vine a Madrid a estudiar la carrera. Los primeros dos años estuve en un colegio mayor (Marqués de la Ensenada), y después en varios pisos de estudiantes por la zona de Arguelles-Moncloa.

Digamos que no tuve ningún sobresalto, y que todo me fue bien en los años de carrera, pero a veces miro atrás y, en todo ese proceso entre el último año de cole y los años de universidad, hubiera cambiado cosas o, mejor dicho, hubiera hecho alguna cosa distinta de saber lo que sé ahora con 39. 

Así que voy a darle algunos consejos a mi otro yo. A aquel muchacho flacucho con cara de "empanao" que seguía viviendo en Torrelavega y empezaba a dar vueltas sobre qué hacer con su futuro.

1.- Elige bien la carrera que vas a cursar.
Parece un tópico, pero es importante. Chaval, no sé muy bién qué te llevó a elegir estudiar empresariales, pero sin saber si fue un éxito la elección, hoy tengo claro que al menos no fue una cagada. Y en este punto, es mejor no equivocarse que acertar plenamente. A fin de cuentas era un mierdecilla que apenas sabía las implicaciones de estudiar una ingenieria, derecho, o empresariales (por poner tres ejemplos), y creo que me decidí por aquella corriente popular de "tiene muchas salidas" y por el nivel de esfuerzo requerido por las temidas ingenierías.

2.- ¿Estudio aquí cerquita o me voy lejos de casa?
Muchas veces se lo cuento a mis amigos. No sé por qué elegí irme fuera de Cantabria. El resto de mis amigos (la mayoría al menos) decidieron quedarse al menos inicialmente. Pero yo decidí recoger el guante que me habían tirado mis padres en forma de oportunidad de irme fuera a estudiar, y terminé en Madrid. 

No hay una decisión correcta en este aspecto. Cualquier decisión que tomes tiene pros y contras, y de ti depende analizar si pesan más los unos o los otros. En los pros, digamos que aprendes desde los 18 años a valerte por ti mismo, conoces mundo, amigos y si eres de esos adolescentes a los que sus padres "les agobian" (no era mi caso), pues te los quitas de encima. Como contras, te separas de tu tierra, de tu familia y de tus amigos de la infancia.

3.- La facultad que elijas también es fruto del azar
Al menos a mi me pasó. Por puras influencias de terceras personas y por lo poco que analicé aquel verano de 1992 en el que terminé COU y comencé a buscar universidad en Barcelona, ya que se comentaba que Esade era uno de los mejores sitios para cursar CC.Económicas y Empresariales. Así que para allá nos fuimos mi padre y yo, a que me entrevistaran y a hacer las pruebas de acceso que -gracias a Dios- no pasé, motivo por el que decidí probar en Madrid.

El tema es que en esa época, al no ser de tu propia zona (y tener acceso a universidad pública), sólo podía buscar entre las universidades privadas. Hice las pruebas en el CEU y en el CESS (que después se llamó UEM). Tampoco tenía claro cual escoger, así que mi criterio fue super científico. El primero que me contestó aceptándome, fue el elegido (en este caso, el CEES)

4.- ¿Qué hago con mi novia de toda la vida?
Si es que tenías. Bien fuera de esas de toda la vida, o la novia con la que actualmente estabas saliendo. Aquí, visto lo visto, y con la ventaja que me da la distancia, creo que hice lo correcto rompiendo todo hilo que me atara a Torrelavega. A fin de cuentas, por muy enamorado que estés, la realidad de lo que te espera por delante es bien distinta a lo que cuentan los cuentos o vemos en las películas de Hollywood. Así que procura llegar a tu nueva ciudad cono la mochila libre de romanticismos y los colmillos afilados.


5.- ¿Y yo dónde vivo en una ciudad que no conozco de nada?
Para mi la mejor opción (y la más divertida) es un colegio mayor. Yo estuve en el CM Marqués de la
Ensenada, del que -a pesar de que los primeros días lo pasas regular con el tema novatadas- sólo guardo buenos recuerdos y grandes amigos... aunque sea por unos años.

Un colegio mayor es una forma bastante gradual de ir haciéndote con la ciudad. A fin de cuentas sigues siendo acogido como lo eras en casa (si pasamos por alto "pequeños detalles" como la calidad de la comida, los metros cuadrados de intimidad, o el "cariño recibido" tanto por colegiales como por personal). Pero en el fondo te dan de comer (si quieres), te hacen la cama (si cumples unas ciertas normas a la hora de salir de ella antes de una hora determinada, y estás rodeado por un montón de colegiales en circunstancias parecidas a las tuyas. Poco a poco tiras de unos y otros y vas conociendo zonas, lugares, garitos...

Algunos dicen que es una experiencia parecida a una mili, pero en pequeño. Claro que si tu estás leyendo este post y no sabes qué es la mili... bah!. Olvida este punto, ¿vale?


6.- Todo en la vida es una cuestión de actitud
Pero cuando eres nuevo o te presentas a gente que no conoces, mi consejo es que adoptes una posición de confianza, pero sin pasarte. No puedes ser el más listo. Tampoco el más tonto. Y observa. Aprende de la gente y de las pautas sociales de los que te rodean. Recuerdo que en el colegio mayor pasaban (pasábamos) por encima a los listillos, como también se abusaba de los pardillos.

En la universidad, no pretendas ser el listo de la clase, el guapete o el que mejor hace esto o aquello. Hazte tu espacio poco a poco. Con pasos firmes y siempre mirando hacia delante. Asume tus limitaciones y aprende de tus errores. Sé humilde, auténtico y sincero. Estos son hoy en día algunos de los ejes sobre los que pivota mi vida en muchos aspectos (profesional incluídos). Y eran válidos cuando tenía 18 o 19 años, sólo que es más difícil mantener una posición equilibrada, porque de forma instintiva (casi animal) tiendes a los extremos, y pretendes ser el que más birras se tome, el que más tarde se acuesta, o el que más tías se liga (curiosamente a pocos les da por ser los que más estudian, los más responsables, etc)

En fin, que podría estar escribiendo a ese Pedro que llegó a Madrid hace ya 21 años (alucino cuando miro para atrás y veo que he estado viviendo más tiempo en Madrid que en Torrelavega), pero poco importa ya. Soy lo que soy por lo que he hecho. No me arrepiento de nada (o de casi nada), y a fin de cuentas es una gilipollez que nadie le hable a su yo de hace 21 años... lo mejor es que lo descubras por ti mismo, porque de los errores se aprende más que de los aciertos... y porque se hace camino al andar.

Suerte, ¡¡pringao!!




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