¿Os habéis preguntado alguna vez cómo aprendemos los seres humanos?
Siempre pensé que el aprendizaje es un proceso natural, que en una primera etapa, cuando desarrollamos nuestra personalidad, se basa en la observación de nuestro entorno.
Si cuando tienes 2 años vas a lo loco por la casa y te pegas cinco coscorrones con el pico de la mesa, la siguiente vez que pases por ahí, o en alguna de las siguientes, pasarás más despacio porque tu cerebro asocia el hecho de pasar como un loco en una zona concreta, con la situación (dolorosa) de llevarse un coscorrón.
Huelga decir que un bebé no lleva a cabo un proceso de reflexión para cambiar su comportamiento. Pero antes o después, lo cambia. ¿Instinto? Seguramente sea algo parecido. No es muy diferente la forma en que se educan a las mascotas. Un perro que hace pis en el salón, recibirá un estímulo negativo en forma de gritos, amenazas con el dedo, o algún que otro coscorrón (aún recuerdo a mi tío Manolo zurrando a sus perros con papel de periódico enrollado… y no eran chuchos precisamente. Eran dos doberman casi más altos que él). Después de hacer pis varias veces y darse cuenta que recibe estímulos negativos, o que cuando lo hace donde tiene que hacerlo los recibe positivos, el perro termina aprendiendo. Y es evidente que un perro de esos que ladran, tiene cuatro patas, rabo y un montón de pelo, no tiene capacidad de reflexionar.
Palo y zanahoria. Esímulo negativo si falla y la esperanza de uno positivo si su comportamiento es el esperado por su dueño. Los perros bien educados aprenden rápido. Por eso es importante que haya un buen amo y un buen perro. Pero en los casos en los que no se dan ambas premisas, terminan aprendiendo de un modo más lento pero, a medio y largo plazo, igualmente efectivo.
Yo siempre he presumido de tener la capacidad de tomar decisiones de forma más o menos instintiva. Sin ser consciente de reflexionar como tal. No me quedo “tostao” y digo, venga Pedro, reflexiona sobre esto. ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué no? ¿Cómo hacerlo diferente? ¿Qué te hace sentir esto o aquello? Quizás por comodidad o por puro desconocimiento, creo que no tengo esa habilidad que otras personas tienen. Se me ocurren varios ejemplos de personas que conozco y a las que admiro, que tienen ese don. Yo tengo otros (cazar moscas o acertar con la gente con apenas 2 minutos de conversación y mierdas de ese tipo). Pero lo cierto es que no soy una persona reflexiva, y quizás si lo fuera…
Me equivoco. Mis errores tienen consecuencias. Mis errores afectan a otros. Personas a las que quiero. Y asumiendo que no he sido capaz de reflexionar previamente a dichos errores, ¿soy capaz de hacerlo después? Se supone que, como he dicho en los primeros párrafos de este extraño post escrito a bordo de un avión entre Berlín y Madrid, los seres humanos aprendemos copiando conductas en una fase inicial, y con estímulos positivos y negativos después. Acción reacción. Gestión del fallo, y asunción de las consecuencias. Me pasa a mí y le pasa a Dora la Exploradora. Le ocurre al ser humano.
Pero no debe ser tan sencillo, ¿verdad? Porque si lo fuera, cuando cometes un error, no vuelves a cometerlo. Porque después del palo, viene la reflexión y la consecuente acción para corregir tu comportamiento. ¿Acaso se supone que un perro bien educado empezará a mearse en medio del salón cuando tenga ya diez años? Sería raro. Pero dicen que las personsa somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra.
Me pregunto qué es más fuerte para una persona. Su forma de ser y de actuar o el efecto del aprendizaje a lo largo de los años. Un perro puede ser ansioso y juguetón. Puede ser inquieto y morder a su dueño de forma natural, pero es capaz de obedecer, y una correa tensa le hace sentir que se espera algo distinto de él. Un palo le hará comportarse distinto la próxima vez. Pero se supone que las personas tenemos la capacidad de pensar y reflexionar. Solo que cuando no es algo que tenemos naturalizado, cuesta. Cuando no tenemos creado el hábito, cuesta decir, “venga, voy a pensar sobre esto o sobre aquello”.
¿Conocéis los procesos en back? Son como las aplicaciones que dejamos abiertas en el móvil o en el portátil y que siguen consumiendo recursos “por detrás”, aunque tú estés usando otra aplicación. Aplicación cuyo rendimiento, por cierto, se verá comprometido por esas otras ventanas que tienes abiertas y que tu mente ha olvidado para centrarse en la aplicación primaria, como estoy haciendo yo con este post. Siempre he pensado que yo pienso en back. Quizás sean “reflexiones de baja intensidad. No lo sé, pero joder… si tengo 51 años y no soy consciente de haberme puesto a pensar / reflexionar sobre nada o casi nada, solo caben dos posibilidades:
O soy imbécil, o tengo otra forma de reflexionar.
Y… yo qué sé. No me gusta pensar que soy imbécil, porque además creo que no lo soy. O no mucho. Pero cierto es que como todas (o muchas de) las decisiones que tomo en mi vida surgen de “forma natural”, casi espontánea y sin procesos de reflexión profunda y conciencuda, pues será que pienso en back. O que soy gilipollas, que ahora que lo pienso, también puede ser.
En fin. Sea como fuere, aquí queda mi “reflexión de andar por casa”. Y permitidme que os desvele un secreto, porque a lo mejor os pensáis que llevo rato rumiando estas palabras. Reflexionando este post.
No funciono así. Quizás te parezca extraño, pero simplemente coloco los dedos sobre el teclado y las palabras van apareciendo una tras otra, a velocidad de vértigo. Llámalo x. Me da igual una cosa que la contraria. Ah, y por cierto, no me gusta revisar lo que he escrito, salvo para corregir alguna expresión que cuando lo leo una segunda vez, siento que sonaba distinto en mi cabeza, y que en ese corto viaje que une cerebro-dedos-pantalla, ha debido traspapelarse o tomado vida propia. Como el Demogordon de Stranger Things. Toma paranoia. Chúpate esa. Gratis total.
Y ahora, si no os importa y en vista de que estoy empezando a decir tonterías, voy a reflexionar sobre alguna que otra cosa, aprovechando que todavía me quedan dos horas de vuelo. ¿Veis como nunca es tarde para aprender?
Guau, guau, guau.
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