14 noviembre 2025

El Blog del Marketing

Padres e hijos. Hijos y padres. No hay una fórmula universal

Hace años, en 2016, escribí este post que encontré el otro día buscando entre los más de 3.800 artículos que he publicado desde que, en 2007, creara este rincón de reflexiones que, en algún momento fue un prestigioso blog de Marketing. 

Más allá de lo que fue o de los premios que gané cuando los blogs estaban de moda, me gusta en lo que se ha convertido. Aunque mi ego querría seguir teniendo esos más de 20.000 lectores al día y no los valientes 300 que me visitan en la actualidad, reconozco que me gusta la intimidad desde la que escribo. Hoy en día es una especie de diario. Es un lugar en el que de vez en cuando dejo mis dedos moverse por el teclado sin rumbo ni dirección, mientras sin saber cómo dejo de ser protagonista y me convierto en un mero espectador, a la espera del momento del clímax. Del final del post y los retoques necesarios antes de publicarlo, sabiendo que hay gente "en el otro lado" disfrutando de cada palabra, de mi escritura acelerada e incluso de mis errores. La vida misma, supongo.

Pero a todo esto... yo no quería hablaros de mí, o de cómo de vez en cuando me pongo a navegar por el blog de forma aleatoria y me sorprendo leyendo cosas de hace años que no recordaba (puedes llamarme Dori... es lo que soy). No. Esa no era la idea cuando he cogido el portátil y lo he puesto entre las piernas, mientras suena un tema de piano muy relajante en Spotify (ahora repasando el post, suena love of my life, de Queen)

Mi idea (y por eso el primer párrafo) era y sigue siendo hablaros de las relaciones entre padres e hijos. Quizás desde la óptica de tener 51 años de experiencia como hijo y 18 como padre, pueda dejar por escrito alguna reflexión que caldee algún corazón o, quizás, un recuerdo por escrito que puedan leer mis hijos cuando yo falte.. o mis padres (que no tengo muy claro si siguen leyéndome a estas alturas).

Los que me conocéis mejor sabéis cómo escribo. Los que estáis descubriéndome últimamente, intuyo que más o menos me vais calando, así que seguro que no os sorprende si os digo que voy a ir dejando por aquí ideas que rondan mi cabeza, y veremos si soy capaz de darle forma a medida que una palabra se junta con la anterior y con la siguiente. Allá van algunas cosas que pienso "en back" y que rescato ahora.


Autoridad vs Acompañamiento. Del trato de usted de nuestros abuelos a ser otro "bro"

padres de antes vs padres de ahora

Lo primero que quiero poner en valor es que los padres ya no somos vistos por nuestros hijos como nosotros veíamos a nuestros padres a su edad. Ya no digamos la forma en la que mis padres se relacionaban con mis abuelos. Lo que resulta evidente es que hay un punto de "respeto a la autoridad" que ya no está ahí. O al menos no está tan presente como yo lo viví, y creo que la culpa la tenemos los padres de ahora, que precisamente para acortar la distancia que impone el respeto que nosotros vivimos, hemos cruzado al otro lado y sin darnos cuenta, hemos sido vistos por los hijos como un colega más. Error. O quizás no, porque de camino se construyen relaciones de complicidad que son maravillosas, pero creo que como sociedad hemos perdido la tensión de la cuerda. Y quiero creer que la cuerda tiene que mantenerse tensa para cumplir su función.

Y dicen por ahí que lo cortés no quita lo valiente. Recuerdo perfectamente irme de vinos con mi abuelo Jaime en Torrelavega, o marcharnos los dos a ver el Tour de Francia a un bar en nuestros veranos en Playa América o Panxón. En esos momentos, no era mi colega. Era mi abuelo, pero un abuelo guay que siempre tenía las puertas abiertas para sus nietos. A su manera. Con su estilo, pero de un modo entrañable y auténtico, se dejaba querer y se acercaba a nosotros, siempre manteniendo esa distancia que da "la figura" de abuelo. Luego en casa, sus palabras eran respetadas por todos, y si tenía que reprenderte por algo que habías hecho mal, lo hacía con la autoridad ganada y concedida. Y allí no había más que hablar.

Cuando veo la relación de mis padres con mis hijos, veo cosas que yo viví. Veo ese respeto y admiración. Veo esa vuelta de tuerca de los abuelos para con sus nietos. Esas ganas de disfrutarles y de estar para todo, manteniendo la importancia de la figura por encima de todo. Educando pero sabiendo que esa tarea nos corresponde a nosotros. ¿Entonces? Ah... espera. Entonces los que lo estamos haciendo regular somos nosotros, los padres. Principalmente porque los niños saben comportarse como nietos, pero frecuentemente se equivocan haciendo de hijos. Y no pasa nada, porque todos nos equivocamos, y de los errores se aprende. Pero para corregir comportamientos y darles herramientas para crecer, somos los padres quienes tenemos que poner de nuestro lado.

Huelga decir que no tengo un manual de instrucciones. Lo busqué cuando nació Jaime y al no encontrarlo, creo que incluso le pregunté por él a la enfermera que me puso a Lola en brazos a los minutos de haber nacido. Pero no. Puedo confirmar que al menos yo no lo encuentro por ningún sitio, y que supongo que (ChatGPT mediante) aprenderemos sobre la marcha. Prueba y error. A la vieja usanza.


El momentum. Los tiempos difíciles forjan hombres fuertes; los tiempos fáciles, hombres débiles.

tiempos fáciles

Quizás el momento que nos ha tocado vivir tenga algo que ver en la forma en la que nos interrelacionamos padres e hijos. Suena a excusa, pero quiero creer que algunos matices educacionales tienen que ver con las situaciones vitales que vivimos los padres y viven nuestros hijos.

Lo primero es que nosotros no hemos vivido ninguna situación crítica. Ni guerra civil ni el delicado proceso de la postguerra y la modernización de España de los 50 a los 70. Desde luego tampoco nuestros padres la vivieron íntegramente, pero si la sintieron más cercana. En primera persona o basada en las experiencias transmitidas por sus padres. Fueron años difíciles en general, y las prioridades eran otras. Prosperar, subsistir, sobrevivir incluso. 

Nosotros (hablo por mí, obviamente) tuvimos todo lo que necesitamos para ser felices. En todos los planos, incluido el económico o el de "necesidades cubiertas". Lo teníamos todo, pero de un modo controlado. La cultura del ahorro que tenían mis padres no la tenemos nosotros. Quizás porque ellos venían de una situación más modesta y llegaron donde llegaron con el sudor de cada día, y con la suma de sacrificios a lo largo de los años. Hoy nuestros hijos viven en una constante orgía de excesos. Tienen de todo y como padres no hemos sabido manejar la gestión de sus expectativas. No les hemos enseñado que las cosas cuestan. No hay una cultura del esfuerzo, porque hemos cometido el error constante de que a los niños "no les falten de nada". Y de hecho les sobran muchas cosas (entre otras, tontería).

La inmediatez se ha apoderado de nuestra sociedad, y somos los primeros culpables. Os voy a contar algo que recuerdo perfectamente de mi adolescencia, y que de algún modo he mantenido hasta ahora. Recuerdo perfectamente la ilusión que me hacía estrenar cosas. La ilusión con la que esperaba los regalos en Reyes o Navidad. O en mi cumpleaños. Porque los "regalos buenos", los que querías de verdad (y prácticamente el único momento para cierto nivel de excesos) tenían lugar en esas fechas. El resto del año, pan y agua, José Luis. Pan y agua (metafóricamente, por supuesto). Recuerdo perfectamente dormir con los regalos que más ilusión me habían hecho en la mesita de noche o a los pies de la cama, para jugar o para estrenarlo al día siguiente. Siempre he sido un poquito ansioso. Así soy.

Hoy en día, les compramos cosas según sale de su boca la frasecita de "quiero" o "necesito", Con un sentido crítico del exceso más bien inexistente, hemos construido pequeños monstruos que tienen de todo. Y cuando llega el momento de los regalos, tenemos que hacer malabarismos logarítmicos (cada año sensiblemente más complicado que el anterior) para mantener esa hoguera calentando la habitación en la que dicha orgía de excesos está teniendo lugar. Y el problema es que cuando estás subido en esa bici sin frenos, bajando la montaña... es difícil parar. Sobre todo si las cosas te van bien. Si no tienes problemas, siempre encontrarás ese peligroso "Why not?" que lejos de ayudar...

Y como dice mi madre. "Rezo para que te siga yendo bien, porque si algún día no es así... "(yo creo que igual que he aprendido a gastar porque tengo, podré dejar de hacerlo cuando no tenga... pero lo cierto es que, como algunas otras cosas, vamos a dejarlo en "veremos")


El tiempo, ese gran desconocido. La inexistencia del mañana y la nula planificación

Una cosa que me sorprende de mis hijos (y en general de su generación) es su pérdida de horizontes temporales. El mañana no existe. Son incapaces de planificar a un mes vista. ¿Qué digo un mes? Ni siquiera son capaces de planificar el fin de semana, o la semana que viene. Viven anclados en el hoy. En el día a día (como Rambo)



Bromas aparte, lo cierto es que seguramente fruto del punto anterior, relacionado con la inmediatez de las cosas, son incapaces de esperar por ellas, o de planificarse para conseguirlas. Y quizás en otro post (que este me está quedando muy largo) podamos hablar de la (nula) gestión de la frustración que tienen los muchachos.

Esfuerzo, resultados. Acción, reacción. Recuerdo muchísimas veces la frase de mis padres (por algún motivo se la atribuyo a mi padre, pero podría ser perfectamente mi madre quien me la dijera más veces, ya que era ella quien llevaba el mayor peso de nuestra educación :

Primero la obligación, y después la devoción

Que traducido al lenguaje moderno viene a ser algo como, primero lo que tienes que hacer, y si tienes tiempo, te dedicas a tus mierdas. Pero como en el chiste: si no hay brazos no hay galletas. Vamos, que si no te lo sabes no sales con tus amigos, que si no has estudiado, no vas al entrenamiento, que si no esto, entonces, tampoco aquello. Como soy un poco friki y trabajo en esto de los datos, vamos a darle una vuelta de tuerca al asunto:

ALTER TABLE salidas

ADD CONSTRAINT chk_estudio_previo

CHECK (

EXISTS (

SELECT 1 FROM estudios e

WHERE e.usuario_id = salidas.usuario_id

AND e.fecha_estudio = salidas.fecha_salida

)

);

O lo que viene a ser lo mismo (simplificado):



La fuente de la verdad. Internet (en el móvil) como el oráculo de la verdad

Esto bien podría dar para otro artículo, pero lo cierto es que tiene que ver con los tiempos que nos han tocado vivir, y la propia velocidad de la tecnología y el impacto en nuestra sociedad. Ya no hablamos de la inteligencia artificial en la que surfearán mis hijos con mucha más intensidad de la que lo haremos nosotros. Hablo simplemente del fenómeno de Internet.

Antes los padres éramos la fuente de la verdad y el conocimiento. Padres, amigos, abuelos, profesores. Y seguramente la enciclopedia Larousse o la Encarta para los que estudiasteis con un PC en vuestra mesa de estudio

encliopedia Larousse


Ahora ni siquiera Wikipedia sirve para hacer trabajos o estudiar. Ahora es la inteligencia artificial quien -por cierto- les está allanando el camino. Y siento insistir, pero para adquirir conocimiento hay que aprender a hacer las cosas por uno mismo. En mi trabajo siempre les digo a los nuevos que se aprende a base de cabezazos contra la pared. Han de pedir ayuda cuando sientan un reguero de sangre salir del chichón que tienen en la frente, pero no antes. Y no lo hago por comodidad, sino porque creo que el aprendizaje es más profundo y real cuando te enfrentas a ello desde abajo.

Lee, haz cálculos matemáticos con un boli y un papel. Programa SQL, prueba Python lo que te de la gana. Equivócate. Retuércete los sesos como hemos hecho todos. Al menos una vez. Soy consciente de que ahora todo se puede resolver por el camino fácil, pero recorrer el difícil te hace ser plenamente consciente de cuán largo (y tortuoso) será el camino. Porque no todos los caminos son llanos y sencillos. Si vas a la montaña te encontrarás un poco de todo (aunque prefieras un cómodo descenso con un 2% de pendiente negativa). Pues la vida es lo mismo, machote. Puedes usar la calculadora para multiplicar 12x13, pero si eres capaz de hacerlo de cabeza, ganarás en agilidad mental y en razonamiento matemático. 

Ya no se fían de lo que les decimos, porque la fuente de la verdad es Internet (bueno, y sus amigos, pero eso ya me pasaba a mí cuando creía saberlo todo con 17 o 18 años... mocoso). Ya si eso hablamos de las ventajas del "todo abierto" de Internet con respecto a determinadas conductas... por ejemplo sexuales. Los chavales se creen que el sexo es una orgía constante de 3x1, 2x1, y el aprovechamiento de todo tipo de orificios y el descubrimiento de todo tipo de situaciones. Otra liga, señores. Que sí, que sí... que seguramente me pilla lejos... pero intuyo que ahí habrá algún efectillo que otro. Llámame loco.

Entonces qué, ¿nos rendimos?

Nunca. Rendirse nunca es una opción. En ningún caso. Bajo ninguna circunstancia. Ninguna es ninguna. Nunca es nunca. Tenemos que coger los ingredientes que están encima de la mesa y tratar de cocinar con ellos. Las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran ¿verdad? Si todo lo que quisiéramos ocurriera, la vida perdería algo de rock and roll. Desear las cosas está bien... sin que eso haga que el ansia se apodere de ti y amagues con rendirte. Aprende, asume tus errores y aprieta la mandíbula para gestionar las cosas lo mejor que puedas. Merece la pena el esfuerzo. Merece la pena la paciencia. 

Mira, ¿lo ves allí a lo lejos? ¿No sientes que algo está cambiando? Yo lo veo. Yo lo siento. Se pueden cambiar las cosas. Todo se puede cambiar (todo excepto la muerte, que tiene una solución regular). Así que lo dicho... se asumen las cosas, se toman los ingredientes y se cocina la mejor pizza que podamos. Porque nos toca vivir con estos ingredientes. Digamos que fue otro quien fue a la compra por nosotros, pero ahora no hay tiempo de lamentarse por no tener esto o aquello. Estos son los ingredientes, y no otros. Toca mover el culo, porque vivir es lo que hacemos mientras estamos vivos.


cielo
Este es mi pequeño rayo de esperanza


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