22 abril 2022

El Blog del Marketing

#HistoriaReal. Un club para que los hombres se hagan unas pajillas en Alcorcón

masturbación

Llevo escritos más de 3.500 post en El blog del Marketing, y normalmente "presumo" de no tener que pensar demasiado cuando escribo algo. Simplemente me pongo con el portátil en las rodillas y dejo que mis dedos vuelen sobre el teclado. Normalmente ni siquiera repasaba el contenido, aunque ahora estoy "obligándome" a hacerlo para evitar las faltas de ortografía, errores tipográficos o frases sin sentido que se cuelan de vez en cuando, fruto de mi empanada mental y escasa capacidad de concentración.

En esta ocasión no tengo muy claro cómo enfocar el artículo, pero voy a intentar contaros el proceso creativo y el origen de la información del post que estáis leyendo y que no tengo la menor idea de si terminará viendo la luz o acabaré borrándolo.

Mi amigo y compañero Santi nos mandó el otro día a unos amigos un link por Whatsapp con este titular:

Abre en Alcorcón un club de masturbación masculina en grupo


A partir de ahí, las típicas coñas, sobre todo porque estamos pendientes de tener una reunión de equipo y andamos a la espera de la mejor fecha y el mejor destino para la misma. Podéis imaginaros los comentarios de todos:

"Un pajódromo... qué mejor forma de tener una reunión de equipo que hacernos pajas unos a otros" o "Señores, tenemos plan para la reunión de departamento. Un plan sin fisuras"

Tonterías de todo tipo que consiguieron arrancar una sonrisa mientras algo en mi cabeza me decía que no podía ser. No puede ser que exista esto. No tiene sentido. Entonces se lo pasé a otro grupo de amigos y siguió el cachondeito con el concepto del club fálico y de cómo el mundo se va a la mierda. Primero de todo con referencia a la música del local, ya que parece ser que la música de fondo para el onanismo es jazz... y mi amigo Carlos sugería que podrían cambiar el fondo musical y elegir algún que otro villancico, por aquello de la zambomba.

La verdad es que la noticia perfectamente podría ser un titular de El Mundo Today, pero no lo es. De hecho, en Estados Unidos (ese gran país con grandes ideas) hay 18 clubs parecidos, como indican en el artículo original de El PaísEstos clubs parece que funcionan bajo el método de la membresía. Anualmente pagan algo más de 300 euros por poder acceder al club y hacerte unas pajillas solo o con otros hombres.

Se llaman Bators, que procede del inglés Masturbators. Masturbadores. O como mi amigo Santi decía: Pajódromos! Y además de en Estados Unidos, podéis encontrar dos en Australia, uno en Reino Unido y ahora, uno en Alcorcón.

Lo curioso es que el propio dueño de "Pajas entre colegas" (el creativo y original nombre del garito de la ciudad madrileña de Alcorcón) dice que aquello es lo más natural del mundo, y que acuden solteros, casados, heterosexuales y homosexuales y que hay un par de normas para asegurar que todo va bien y aquello no se les va de las manos a los miembros de dichos club fálicos. 

Las fiestas suelen durar unas tres horas y la gente después de haberse corrido, se quedan allí tranquilamente, comentando la jugada, o charlando de cualquier cosa, como quién acude a un garito a tomarse unas cañas con algo de picar y ver el partido del Real Madrid.

A saber las normas son algo como lo que sigue:
  • No lips under the hips
    • Tradución literal: Sin labios por debajo de las caderas. 
    • Traducción coloquial: Sin mamadas
  • Nothing goes inside anybody's anything
    • Traducción literal: Nada va dentro de nada de nadie.
    • Traducción coloquial: Sin sodomía (ni mamadas)
Además, parece que hay pulseritas de colores para indicar tu predisposición a "interactuar" con otros pajilleros (muy básico, lo sé... pero no he podido evitarlo), como si de un club swinger se tratara. Está bien, porque si bien el concepto tiene cierto componente de intimidad, ya que te reunes con otros amiguetes para hacerte unas pajillas, por lo menos que te pregunten antes de cortarte el rollo.

Al final el gran Santiago Segura no estaba tan desencaminado con aquella mítica escena que se repite en varias de las películas de Torrente:



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