Un regreso que desafía el tiempo
No es cirugía estética, es evolución. Si la tecnología puede darme más años para crear y entregarle música a mis fans, ¿por qué no usarlo?
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Un blog de Marketing, publicidad, redes sociales y casi cualquier cosa que ronda mi cabeza.
No es cirugía estética, es evolución. Si la tecnología puede darme más años para crear y entregarle música a mis fans, ¿por qué no usarlo?
Los que me conocéis un poco, sabéis que me gusta mucho esta época navideña por lo que significa de poder estar con la gente que quieres. Tu familia y tus amigos.
En mi caso, viviendo lejos de ellos, disfruto muchísimo este regalo de poder pasar unos días tan especiales en los que comemos juntos con los codos pegados unos a otros y sobremesas que duran más de lo normal, dormimos en habitaciones con más camas de las que caben físicamente, y vemos la tele como la veíamos hace treinta años... tirados en el suelo del salón con un "a mí me encanta estar aquí", aunque la espalda no esté del todo de acuerdo.
También os diré que tengo la suerte de que todavía estamos casi todos, y eso ayuda a que vea este periodo navideño como una época de felicidad. Sin situaciones dramáticas y lágrimas yendo y viniendo, si bien son cosas que acabarán pasando. La vida misma.
Pues bien, en este sentido me gustaría compartir con vosotros el precioso anuncio de Movistar de esta Navidad 2025. Y no solo quiero compartirlo, sino animaros a que me escribáis en los comentarios con el minuto y segundo exacto en el que sentisteis la primera lágrima inundaros los ojos.
Yo aguanté más o menos hasta el minuto 2:09. ¿Y tú?
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en la
protagonista indiscutible del marketing digital. Herramientas que redactan
textos, diseñan imágenes, planifican campañas y hasta predicen el
comportamiento del consumidor prometen hacernos la vida más fácil. Pero, ¿a qué
precio? ¿Estamos sacrificando la creatividad en favor de la eficiencia? Hoy
quiero reflexionar sobre esto, porque creo que estamos en un punto de inflexión
que marcará el futuro de mucha gente, de muchas profesiones... e incluso del marketing y la publicidad de los próximos años.
Lo que es innegable que la IA está llegando para quedarse. Agiliza procesos, automatiza tareas repetitivas, analiza datos en tiempo real y nos ayuda a optimizar campañas con una precisión que antes era impensable. ¿Quién no ha usado ChatGPT para inspirarse en un texto o Midjourney para crear una imagen rápida? Yo mismo lo he hecho. Y reconozco que es útil y te permite aumentar tu productividad y, por qué no decirlo, también te ayuda a tener en cuenta puntos de vista que quizás no habías tenido en cuenta en tu primera vuelta de tuerca.
Pero aquí viene la pregunta clave: ¿qué pasa cuando dejamos
que decida por nosotros? Cuando la IA no solo nos ayuda, sino que sustituye
nuestra capacidad creativa, corremos el riesgo de convertirnos en meros
supervisores de algoritmos. Y eso, amigos, no es marketing. Es otra cosa.
Si todos usamos las mismas herramientas, ¿no acabaremos
creando contenido idéntico? Piensa en esto: ¿cuántos posts has visto
últimamente que parecen escritos por la misma persona? Titulares genéricos,
frases hechas, imágenes que parecen sacadas del mismo banco. Eso no es
casualidad. Es el efecto de la IA cuando se usa sin criterio. Siempre he dicho que la tecnología ayuda, pero sabiendo usarla. Si simplemente coges un texto, lo copias y lo pegas... ¿dónde está tu aportación de valor?. Me parece genial que uses la IA para enfrentarte al "pánico de la hoja en blanco". Para que te ayude a empezar, para que complemente tu análisis con ejes no tenidos en cuenta. Pero amigos, todo tiene un límite, ¿no? (y sí, todos tenemos límites, ya que estamos)
La creatividad no surge de un algoritmo, sino de la
experiencia, la emoción y la intuición humana. Un buen anuncio no se limita a
decir “compra esto porque es bueno”; conecta con una historia, con un
sentimiento. Con una emoción. Y eso, por ahora, no lo puede replicar ninguna máquina. O quizás sí, pero no será todo lo auténtico que podría llegar a ser. Aunque también te digo que a veces nos pasamos de puristas y a lo mejor deberíamos hacernos siguiente pregunta:
¿Compensa?
Pues diría que depende de cuál sea tu aproximación. Depende del peso que le des a cada lado de la balanza. Autenticidad vs Costes
Lo que está claro es que si somos laxos en cuanto a la calidad del "producto final" y nos fijamos en los costes, aquí terminaría este análisis. Pensad por ejemplo en una creatividad pensada para TV. Digamos que queremos hacer un spot de 30 segundos. Tendríamos que contar con un guionista, un productor, un director, alquiler de equipos, localizaciones, actores, equipo técnico, y luego los costes de "post-producción". Si lo comparamos con el coste de hacer un spot con Inteligencia Artificial, veremos que como mucho tendremos que pagar alguna suscripción a la herramienta de turno e invertir algunas horas en "maquetar" con prueba y error el resultado final. Miles de euros o cientos de miles comparados contra 0... o casi.
Ahora bien, seguramente la calidad del producto final no tenga nada que ver, aunque no hace mucho que mi amigo Yago me enseñó un par de spots hechos íntegramente con IA y... el resultado me pareció espectacular. Yo no soy un experto y desconozco si a ojos de un consumidor cualquiera podríamos apreciar las diferencias, pero quizás sea el momento de darle una vuelta a todo esto.
¿Chispa creativa y emoción o producción como churros? Pues supongo que como todo. Depende.
En mi opinión, la IA debe ser vista como un complemento, no
como un reemplazo. Nos ayuda a empezar, a generar ideas y a optimizar procesos.
Pero la verdadera magia ocurre cuando añadimos nuestra visión, nuestro toque
personal. Cuando nos atrevemos a cuestionar lo que la máquina propone y a darle
un giro inesperado.
Porque, seamos sinceros: ¿cuántas veces una gran idea ha
surgido de un error, de una conversación casual, de una experiencia personal?
Eso no está en ningún algoritmo.
Voy a aprovechar mi pasión por el marketing para darte un par de ejemplos reales:
1) Nike y su campaña “You Can’t Stop Us”: ¿Crees que una IA habría creado ese montaje épico que conecta deporte, diversidad y resiliencia? Lo dudo. Esa idea nació de una visión humana, de entender el contexto social y emocional.
2) IKEA y su marketing emocional: Sus anuncios no solo venden muebles; venden momentos, venden hogar. ¿Puede la IA entender lo que significa “hogar” para cada persona? Hoy por hoy, no.
No se trata de demonizar la IA. Al contrario: debemos
aprender a usarla de forma inteligente. Que nos ayude a ser más eficientes, sí,
pero sin perder nuestra esencia creativa. Porque si todo se vuelve automático,
¿qué nos diferencia como profesionales? ¿qué nos diferencia como marcas? Llegado el caso, ¿qué nos diferencia como personas?
La tecnología avanza y debemos aprovecharla, pero sin
olvidar que la creatividad es lo que nos hace únicos. La IA puede escribir un
texto, diseñar una imagen, incluso planificar una estrategia. Pero no puede
sentir. No puede emocionarse. Y el marketing, amigos, va de emociones. Como la vida misma.
Así que la próxima vez que uses una herramienta de IA, pregúntate: ¿esto refleja mi visión, mi esencia, mi creatividad? Si la respuesta es no, vuelve a empezar. Porque al final, las máquinas pueden hacer muchas cosas, pero la magia sigue siendo nuestra.
PD: Por cierto, la foto de este post ha sido realizada con la ayuda de Nano Banana, el modelo de IA de Gemini (by Google)
Hoy cenando en Milán con Julio, me ha contado que hay por ahí un documental sobre Pedro Sánchez que con toda seguridad tendrá su sesgo, pero estoy seguro que en una hora y media, alguna cosa cierta tendrá.
A mí no me gusta manifestarme políticamente, pero diré que este tipo ha conseguido una polarización de la política española como no había visto en mi vida. Como seguro que te gusta saber, y tener tu propio criterio, te recomiendo que busques una hora y media de tu tiempo para ver el documental que ha hecho Terra Ignota, con la colaboración especial de Hazte Oír.
Sesgo tiene, es evidente... pero cosas ciertas las hay por decenas. Que cada uno juzgue por sí mismo.
La corrupción es veneno que carcome a las instituciones cuando quienes deberían servir al bien común se convierten en una trama de intereses personales. El gobierno del PSOE, con Pedro Sánchez al frente, no solo se ha mostrado ineficaz, inútil e inmoral; también se ha revelado como una maquinaria criminal que pone el poder por encima de la ley.Las piezas son ya conocidas e implican a familiares, amigos personales y colegas políticos: David Sánchez, hermano del presidente, y su contratación por la diputación de Badajoz; Begoña Gómez, esposa de Sánchez, señalada por tráfico de influencias en favor de empresas amigas; y el caso de Ábalos-Koldo-Cerdán, que, si en un principio parecía un asunto de faldas, enchufismo y comportamientos casposos, ha derivado en la investigación de una trama de amaño de contratos de obra pública y una posible financiación ilegal de PSOE. Un mosaico que dibuja la imagen de un gobierno atrapado en sus propias redes de corrupción.No obstante, ceñir la corrupción a lo económico, incluso a lo jurídicamente punible, sería un grave error. Corrupción es meter la mano en la caja, claro, pero también degradar las instituciones, permitir que los males de la nación se agraven, impedir la crítica legítima de los medios o bloquear cualquier posibilidad de que la justicia controle al poder ejecutivo."Sánchez, S.A." se configura como una auténtica empresa creada a mayor gloria del 'Número 1' y sus allegados. Una empresa que todo lo toca, porque todo lo quiere. Una empresa con un entramado complejo, plagado de nombres, fechas y conexiones. Un entramado que hoy venimos a exponer. Bienvenidos a la Terra Ignota.
"Le dibujaba un mundo real, no uno color de rosa. Pero ella prefería escuchar mentiras piadosas"
La cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla es un espectáculo digno de ver. Si no has ido nunca, te lo recomiendo porque realmente es todo un acontecimiento. ,Y que conste que no hablo precisamente de la ilusión que les genera a los niños, que independientemente de lo buena o mala que sea la cabalgata la reacción será parecida, sino del componente social que tiene entre los sevillanos, que "matan" por formar parte de las carrozas más importantes que forman parte de dicha cabalgata.
El caso es que este año, el cartel que anuncia tan importante evento de la Navidad sevillana, viene envuelto de polémica porque el autor de la misma, ha dejado colgada de forma "casual" una camiseta del Real Betis Balompié. Fijaros en la imagen oficial de la cabalgata. A la derecha, colgado del pomo de la puerta podéis ver la camiseta.
A poco que se conozca el panorama futbolístico nacional, se sabe que Sevilla y Betis tienen una rivalidad que traspasa los límites de lo deportivo, y este cartel navideño de presentación de la cabalgata lo demuestra claramente.
Y como el ser humano es ingenioso (y la Inteligencia Artificial nos permite hacer casi cualquier cosa), los memes de respuesta no se han hecho esperar por parte de la afición sevillista. Disfruta las respuestas porque algunas son de lo más ingeniosas.
Otro año más lo ha vuelto hacer. No parece tener vergüenza (ni propia ni ajena), pero de algún modo ha conseguido entre varios de mis grupos de amigos que nos echemos unas risas y hagamos un concurso cada año:
¿Cuántos segundos eres capaz de aguantar viendo el vídeo del villancico de Leticia Sabater? Te leo en los comentarios de este post
Hace años, en 2016, escribí este post que encontré el otro día buscando entre los más de 3.800 artículos que he publicado desde que, en 2007, creara este rincón de reflexiones que, en algún momento fue un prestigioso blog de Marketing.
Más allá de lo que fue o de los premios que gané cuando los blogs estaban de moda, me gusta en lo que se ha convertido. Aunque mi ego querría seguir teniendo esos más de 20.000 lectores al día y no los valientes 300 que me visitan en la actualidad, reconozco que me gusta la intimidad desde la que escribo. Hoy en día es una especie de diario. Es un lugar en el que de vez en cuando dejo mis dedos moverse por el teclado sin rumbo ni dirección, mientras sin saber cómo dejo de ser protagonista y me convierto en un mero espectador, a la espera del momento del clímax. Del final del post y los retoques necesarios antes de publicarlo, sabiendo que hay gente "en el otro lado" disfrutando de cada palabra, de mi escritura acelerada e incluso de mis errores. La vida misma, supongo.
Pero a todo esto... yo no quería hablaros de mí, o de cómo de vez en cuando me pongo a navegar por el blog de forma aleatoria y me sorprendo leyendo cosas de hace años que no recordaba (puedes llamarme Dori... es lo que soy). No. Esa no era la idea cuando he cogido el portátil y lo he puesto entre las piernas, mientras suena un tema de piano muy relajante en Spotify (ahora repasando el post, suena love of my life, de Queen)
Mi idea (y por eso el primer párrafo) era y sigue siendo hablaros de las relaciones entre padres e hijos. Quizás desde la óptica de tener 51 años de experiencia como hijo y 18 como padre, pueda dejar por escrito alguna reflexión que caldee algún corazón o, quizás, un recuerdo por escrito que puedan leer mis hijos cuando yo falte.. o mis padres (que no tengo muy claro si siguen leyéndome a estas alturas).
Los que me conocéis mejor sabéis cómo escribo. Los que estáis descubriéndome últimamente, intuyo que más o menos me vais calando, así que seguro que no os sorprende si os digo que voy a ir dejando por aquí ideas que rondan mi cabeza, y veremos si soy capaz de darle forma a medida que una palabra se junta con la anterior y con la siguiente. Allá van algunas cosas que pienso "en back" y que rescato ahora.
Lo primero que quiero poner en valor es que los padres ya no somos vistos por nuestros hijos como nosotros veíamos a nuestros padres a su edad. Ya no digamos la forma en la que mis padres se relacionaban con mis abuelos. Lo que resulta evidente es que hay un punto de "respeto a la autoridad" que ya no está ahí. O al menos no está tan presente como yo lo viví, y creo que la culpa la tenemos los padres de ahora, que precisamente para acortar la distancia que impone el respeto que nosotros vivimos, hemos cruzado al otro lado y sin darnos cuenta, hemos sido vistos por los hijos como un colega más. Error. O quizás no, porque de camino se construyen relaciones de complicidad que son maravillosas, pero creo que como sociedad hemos perdido la tensión de la cuerda. Y quiero creer que la cuerda tiene que mantenerse tensa para cumplir su función.
Y dicen por ahí que lo cortés no quita lo valiente. Recuerdo perfectamente irme de vinos con mi abuelo Jaime en Torrelavega, o marcharnos los dos a ver el Tour de Francia a un bar en nuestros veranos en Playa América o Panxón. En esos momentos, no era mi colega. Era mi abuelo, pero un abuelo guay que siempre tenía las puertas abiertas para sus nietos. A su manera. Con su estilo, pero de un modo entrañable y auténtico, se dejaba querer y se acercaba a nosotros, siempre manteniendo esa distancia que da "la figura" de abuelo. Luego en casa, sus palabras eran respetadas por todos, y si tenía que reprenderte por algo que habías hecho mal, lo hacía con la autoridad ganada y concedida. Y allí no había más que hablar.
Cuando veo la relación de mis padres con mis hijos, veo cosas que yo viví. Veo ese respeto y admiración. Veo esa vuelta de tuerca de los abuelos para con sus nietos. Esas ganas de disfrutarles y de estar para todo, manteniendo la importancia de la figura por encima de todo. Educando pero sabiendo que esa tarea nos corresponde a nosotros. ¿Entonces? Ah... espera. Entonces los que lo estamos haciendo regular somos nosotros, los padres. Principalmente porque los niños saben comportarse como nietos, pero frecuentemente se equivocan haciendo de hijos. Y no pasa nada, porque todos nos equivocamos, y de los errores se aprende. Pero para corregir comportamientos y darles herramientas para crecer, somos los padres quienes tenemos que poner de nuestro lado.
Huelga decir que no tengo un manual de instrucciones. Lo busqué cuando nació Jaime y al no encontrarlo, creo que incluso le pregunté por él a la enfermera que me puso a Lola en brazos a los minutos de haber nacido. Pero no. Puedo confirmar que al menos yo no lo encuentro por ningún sitio, y que supongo que (ChatGPT mediante) aprenderemos sobre la marcha. Prueba y error. A la vieja usanza.
Quizás el momento que nos ha tocado vivir tenga algo que ver en la forma en la que nos interrelacionamos padres e hijos. Suena a excusa, pero quiero creer que algunos matices educacionales tienen que ver con las situaciones vitales que vivimos los padres y viven nuestros hijos.
Lo primero es que nosotros no hemos vivido ninguna situación crítica. Ni guerra civil ni el delicado proceso de la postguerra y la modernización de España de los 50 a los 70. Desde luego tampoco nuestros padres la vivieron íntegramente, pero si la sintieron más cercana. En primera persona o basada en las experiencias transmitidas por sus padres. Fueron años difíciles en general, y las prioridades eran otras. Prosperar, subsistir, sobrevivir incluso.
Nosotros (hablo por mí, obviamente) tuvimos todo lo que necesitamos para ser felices. En todos los planos, incluido el económico o el de "necesidades cubiertas". Lo teníamos todo, pero de un modo controlado. La cultura del ahorro que tenían mis padres no la tenemos nosotros. Quizás porque ellos venían de una situación más modesta y llegaron donde llegaron con el sudor de cada día, y con la suma de sacrificios a lo largo de los años. Hoy nuestros hijos viven en una constante orgía de excesos. Tienen de todo y como padres no hemos sabido manejar la gestión de sus expectativas. No les hemos enseñado que las cosas cuestan. No hay una cultura del esfuerzo, porque hemos cometido el error constante de que a los niños "no les falten de nada". Y de hecho les sobran muchas cosas (entre otras, tontería).
La inmediatez se ha apoderado de nuestra sociedad, y somos los primeros culpables. Os voy a contar algo que recuerdo perfectamente de mi adolescencia, y que de algún modo he mantenido hasta ahora. Recuerdo perfectamente la ilusión que me hacía estrenar cosas. La ilusión con la que esperaba los regalos en Reyes o Navidad. O en mi cumpleaños. Porque los "regalos buenos", los que querías de verdad (y prácticamente el único momento para cierto nivel de excesos) tenían lugar en esas fechas. El resto del año, pan y agua, José Luis. Pan y agua (metafóricamente, por supuesto). Recuerdo perfectamente dormir con los regalos que más ilusión me habían hecho en la mesita de noche o a los pies de la cama, para jugar o para estrenarlo al día siguiente. Siempre he sido un poquito ansioso. Así soy.
Hoy en día, les compramos cosas según sale de su boca la frasecita de "quiero" o "necesito", Con un sentido crítico del exceso más bien inexistente, hemos construido pequeños monstruos que tienen de todo. Y cuando llega el momento de los regalos, tenemos que hacer malabarismos logarítmicos (cada año sensiblemente más complicado que el anterior) para mantener esa hoguera calentando la habitación en la que dicha orgía de excesos está teniendo lugar. Y el problema es que cuando estás subido en esa bici sin frenos, bajando la montaña... es difícil parar. Sobre todo si las cosas te van bien. Si no tienes problemas, siempre encontrarás ese peligroso "Why not?" que lejos de ayudar...
Y como dice mi madre. "Rezo para que te siga yendo bien, porque si algún día no es así... "(yo creo que igual que he aprendido a gastar porque tengo, podré dejar de hacerlo cuando no tenga... pero lo cierto es que, como algunas otras cosas, vamos a dejarlo en "veremos")
Una cosa que me sorprende de mis hijos (y en general de su generación) es su pérdida de horizontes temporales. El mañana no existe. Son incapaces de planificar a un mes vista. ¿Qué digo un mes? Ni siquiera son capaces de planificar el fin de semana, o la semana que viene. Viven anclados en el hoy. En el día a día (como Rambo)
Bromas aparte, lo cierto es que seguramente fruto del punto anterior, relacionado con la inmediatez de las cosas, son incapaces de esperar por ellas, o de planificarse para conseguirlas. Y quizás en otro post (que este me está quedando muy largo) podamos hablar de la (nula) gestión de la frustración que tienen los muchachos.
Esfuerzo, resultados. Acción, reacción. Recuerdo muchísimas veces la frase de mis padres (por algún motivo se la atribuyo a mi padre, pero podría ser perfectamente mi madre quien me la dijera más veces, ya que era ella quien llevaba el mayor peso de nuestra educación :
Primero la obligación, y después la devoción
ALTER TABLE salidas
ADD CONSTRAINT chk_estudio_previo
CHECK (
EXISTS (
SELECT 1 FROM estudios e
WHERE e.usuario_id = salidas.usuario_id
AND e.fecha_estudio = salidas.fecha_salida
)
);
O lo que viene a ser lo mismo (simplificado):
Seguramente os ha pasado algo parecido a lo que me dispongo a contaros. Puede que vosotros estéis más preparados que yo que a veces me pasan las cosas por encima sin darme cuenta, pero lo cierto es que no me cuesta confesar que la Navidad ha vuelto a pillarme más o menos por sorpresa. Y me di cuenta de una forma completamente estúpida. La semana pasada, seguramente el lunes, o quizás el martes volvía conduciendo del trabajo. Serían las 7 de la tarde más o menos. Salgo del garaje de la oficina, conduzco los 500 metros de Santa Engracia y cuando tomo la tercera salida en la rotonda de Cuatro Caminos y empiezo a circular por Bravo Murillo, lo veo.
A escasos tres o cuatro metros de altura, allí están, casi saludando silenciosamente. Las luces de Navidad.
Y mientras iba recorriendo los apenas 8 km que hay entre la oficina y mi casa, pienso lo rápido que me ha pasado este año. Un año difícil, con idas y venidas. Vueltas y revueltas. Con rutinas e ilusiones. Con errores (gordos) y aciertos. Como la vida misma, supongo... pero si miras tu reloj, te darás cuenta de que ya estamos en noviembre, y que dentro de unas semanas estaremos celebrando la Navidad con nuestros seres más queridos. O al menos con algunos de ellos. Últimamente siempre falta alguien, porque cuadrar fechas estos días es algo complicado. Y también hay gente que ya no está y no estará. Por ellos y por la gente que lo pasará mal esta Navidad, va este post.
Y pensándolo bien, también por los que sí estamos presentes y unidos, pero podríamos estar mejor. Más unidos. Más presentes.
Mi hermano lleva años contándome maravillas de sus inversiones, y yo mientras tanto, dando vueltas en acciones de todo tipo en los que -por suerte- he tenido suerte (o acierto), pero con inversiones a corto plazo que no cambiarán mis cuentas a medio y largo plazo.
Hasta que el otro día, en una conversación entre mi hermano y mi hijo Jaime (ya mayor de edad), Javi le recomendó invertir sus ahorros en Indexa Capital. El mismo sitio en el que invierte él y también mis padres, desde hace casi diez años. Mi hermano estuvo contándole a mi hijo los diferentes escenarios de ahorro, y la verdad es que me llamó tanto la atención que he decidido invertir algo de nuestros ahorros.
El otro día, en Amsterdam, lo hablaba con mis compañeros Julio y Javi, que también tienen ahorros en este tipo de soluciones y además, me descubrieron una calculadora financiera que te permite hacer escenarios para estimar tus beneficios a largo plazo con este tipo de inversiones a tipos de interés compuesto.
Pero antes de seguir con las diferentes simulaciones, veamos qué es el tipo de interés compuesto.