¡Cuánto tiempo sin pasarme por aquí!
Tengo muchos motivos para escribir hoy, pero lo que me impulsa a hacerlo es la lectura de una leyenda sobre motivación y superación. Os la voy a dejar aquí abajo para que, antes de seguir leyéndome, podáis entender de qué os estoy hablando:
El águila real es el ave que posee la mayor longevidad de su especie. Llega a vivir 70 años.
Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de vida tiene que tomar una decisión vital, ya que sus uñas curvas y flexibles pierden su fuerza y no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta; su pico alargado y puntiagudo también se curva apuntando contra el pecho y las alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas, hacen que volar sea ahora muy, muy difícil.
Entonces el águila tiene solo dos alternativas: morir…. o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará alrededor de 150 días.
Ese proceso de renovación consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared, donde no necesite volar durante algún tiempo. Entonces, apenas encuentra ese lugar, el águila comienza a golpear con su pico la pared, hasta que se lo arranca. Cuando lo hace debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual va a arrancar sus viejas uñas, y tras ello prosigue arrancando su plumaje.
Después de cinco meses, sale victoriosa para su famoso vuelo de renovación, quedándole entonces 30 años más de vida.
Impactante, ¿verdad? Por lo menos a mí, me lo resulta (aunque si os soy sincera me encantan este tipo de leyendas, mitos, historias, fábulas… cualquier texto breve del que extraer alguna enseñanza).
Por un momento pensad en vuestra vida. En todos esos momentos en los que habéis tenido que tomar una decisión difícil, siendo conscientes de que no duele tan sólo tomarla, sino llevarla a cabo. Ya no hablo sobre situaciones imprevisibles en las que te puedes encontrar entre la espada en la pared, en la que ambas opciones son dolorosas y escoges el mal menor.
Hablo de aquel tipo de momentos que puedes ver llegar, o que puedes predecir con facilidad. La pérdida de alguien querido por una enfermedad (podemos incluso no mentar a la muerte y pensar tan solo en lo mucho que te aleja el alzehimer), el fin de un contrato laboral, las consecuencias de drogarte o emborracharte o simplemente no estudiar y encontrarte con un suspenso.
En todos los casos que os mencioné anteriormente, hubo un conocimiento previo, sabiendo lo que iba a ocurrir, el "fatal" desenlace. Pero igualmente, los seres humanos llegamos al límite por naturaleza, y nos tapamos los ojos justo cuando lo "inevitable" sucede. Podíamos haber tratado el alzehimer con antelación, pero nos convencemos de que "no nos dimos cuenta" con tiempo suficiente (aunque los despistes se sucedan uno tras otro y el dolor ante la posibilidad no nos deje ser honestos con nosotros mismos), también sabemos que deberíamos ir buscando otro empleo porque en cuestión de "x" tiempo estaremos en la calle y viviendo de lo que hayamos conseguido ahorrar, pero procrastinamos hasta que llega el agobio del "no llego a fin de mes".
También sabemos que las drogas (incluyendo el alcohol), nos pasarán factura en algún momento, ya sea por una enfermedad o un descuido a manos del alcohol... pero es más fácil no pensar en ello y prometernos que será la última vez... y en cuanto al estudio, más de lo mismo, pensamos que lo que "hagamos luego" llegará y lo cierto es que sabemos que no es suficiente... aunque esperamos y deseamos que lo sea.
Se podría decir que en ese caso... el águila no habría llegado a tiempo a un refugio seguro, ha tardado demasiado en tomar la decisión y en primera instancia ha decidido dejarse morir... Pero obviamente, es más fácil pensarlo que llevarlo a cabo, así que acaba en la rama de un árbol, desesperada, cumpliendo con su proceso ya de por sí doloroso, y asustada. Son las malas decisiones, el miedo a lo que sabes que va a llegar debido a ellas y la incapacidad de cambiarlas.
Pero estás en el proceso, y debes centrarte en ello. Seguir adelante con todas las ganas que no le habías puesto hasta ese momento. Esfuerzo, constancia, tesón... es el camino para resurgir de tus cenizas y volver a volar. De nada sirve que te quedes en esa rama pensando que duele demasiado darte golpes en el pico, pensando que ya no vale la pena hacerlo, porque seguramente en mitad del proceso te coma cualquier otro animal porque una ráfaga de viento te tire al suelo.
La diferencia entre el éxito y el fracaso no es cómo has llegado a ese punto, sino la forma que tienes de aprovecharlo y salir adelante.
Nadie dijo que la vida fuese fácil, ni justa. No importa como has llegado a la determinación de que tienes que renovarte porque no quieres morir, simplemente debes darle valor a con qué ganas y con qué fuerza vas a salir adelante; lo demás vendrá solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario